El Surne Bilbao Basket se quedó ayer lejos de poder competir por la victoria en Fontajau (81-68). Su escasez de pólvora al comparecer sin sus dos principales referentes ofensivos en el juego de perímetro, Adam Smith y Keith Hornsby, y la inoperancia de los que saltaron a la cancha del Bàsquet Girona provocaron que el conjunto de Jaume Ponsarnau se quedara muy corto de eficacia en ataque ante un rival que hizo valer su mayor necesidad y energía para ganar y abrazar virtualmente la permanencia.

Las 21 pérdidas de balón con las que acabó el conjunto vizcaino, solo una menos que canastas en juego, unidas al 46% en tiros de dos puntos y al 29% en triples fueron losas imposibles de levantar para un equipo muy alejado de su mejor versión y en el que tampoco hubo excesivas noticias de Kristian Kullamae y Sacha Killeya-Jones, los jugadores llamados a dar un paso al frente, hasta que el marcador señalaba ya un definitivo 67-50 en el arranque del acto final.

Tiene pinta a que a los hombres de negro se les va a hacer largo este final de curso sin objetivos tangibles más allá de lograr la mejor clasificación final posible. Ayer sumaron su tercera derrota consecutiva regalando demasiadas facilidades a los de Fotis Katsikaris, que las aceptaron con gusto liderados por el centelleante Ike Iroegbu (21 puntos), para quien la defensa bilbaina no tuvo antídoto.

Todo aquello que dependía del deseo y de la actividad sobre la cancha (rebote ofensivo, recuperaciones, activar el modo carrera...) favoreció a los anfitriones, que tenían este encuentro marcado en rojo. Por contra, los visitantes aguantaron en el marcador hasta que Iroegbu irrumpió en el choque en los minutos finales del segundo cuarto y caminaron sobre el alambre hasta los diez minutos finales, pero en ningún momento ofrecieron la sensación de tener argumentos para opositar a la victoria, con Alex Renfroe, Álex Reyes y Melwin Pantzar como jugadores más destacados.

IGUALDAD

El conjunto vizcaino arrancó fallón en el triple pero incisivo a la hora de cargar el rebote ofensivo, lo que le sirvió para aguantar en el luminoso a un equipo local que apostaba claramente por el ritmo. Pese a un golpe en el hombro de Killeya-Jones que le obligó a sentarse en el banquillo, los de Ponsarnau fueron poco a poco encontrándose más cómodos sobre la cancha y la entrada en escena de Renfroe, con cinco puntos seguidos, les permitió mandar por 12-15, aunque una canasta de Quino Colom hizo que el acto inaugural se cerrara con un 14-15.

El 1 de 7 desde la línea de 6,75 pesaba a los hombres de negro, que tampoco destacaban por su fluidez cuando intentaban acercarse al aro rival. El partido, desde el punto de vista ofensivo, era horroroso por parte de ambos contendientes. Ponsarnau lo paró a 5:57 del descanso con un pírrico 19-17 en el marcador y solo una canasta de Tryggvi Hlinason en alley oop en cuatro minutos.

Ante la inoperancia de los visitantes a la hora de anotar, los de Katsikaris, tampoco mucho más entonados pero más enérgicos, fueron poco a poco abriendo hueco en el marcador impulsados por Maxi Fjellerup (25-19). Entre De Ridder, Hlinason y Renfroe sujetaron al Bilbao Basket en los momentos más difíciles (29-27), pero la llegada a escena de Iroegbu, con nueve puntos seguidos, permitió al Girona lanzar un demarraje y alcanzar el ecuador de la contienda con un 36-27 favorable a sus intereses. Con un 44% en tiros de dos puntos, un 14% en triples y cinco puntos entre Kullamae y Killeya-Jones era imposible competir.

A PEOR

En la reanudación, dos tiros libres de Pantzar y un triple de Reyes intentaron revitalizar a los visitantes, pero una antideportiva de Kullamae sobre Juani Marcos reinstauró la situación favorable a los de Katsikaris. Al Bilbao Basket le pesaban demasiado errores en el manejo del balón y despistes en el rebote defensivo, sumando piedras en su ya difícil camino hacia la remontada. Con Gyorgy Goloman haciendo mucho daño en la pintura, un triple de Gabe York dio a los de Katsikaris su primera renta de dobles dígitos de la noche (52-40) en el ecuador del tercer cuarto y la escuadra vizcaina se quedó sin argumentos.

Los de Ponsarnau intentaron mantenerse sobre el alambre aprovechando la efectividad de Hlinason en las distancias cortas y los tiros libres de Renfroe, pero las pérdidas dificultaron su sostenibilidad, llegándose a los últimos diez minutos con un 59-48 tras triple sobre la bocina de Mindaugas Susinskas que obligaba a una mejora radical para tener alguna opción de éxito.

Pero lo que ocurrió a continuación fue un 8-0 de la mano del desatado Iroegbu que coloco el 67-50 que ya no tuvo vuelta atrás. Fue entonces cuando empezó a haber noticias de Kullamae y Killeya-Jones, pero era ya demasiado tarde. El Bàsquet Girona tuvo tiempo para degustar una victoria con claro sabor a permanencia.