El consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, ha acusado a los grupos ecologistas de ser "los responsables" desde "su ideología" y "su dogma" del incremento de emisiones de CO2 en el mundo. "Ustedes son los responsables, la señora de Greenpeace, usted y mucha gente como ustedes, desde su ideología, desde su dogma y muchas veces desde su defensa de intereses como los del lobby eléctrico que muchas veces van compaginados. Ustedes son los responsables mayores en estos momentos del incremento de emisiones de CO2 en el mundo", respondió Imaz en la junta general de accionistas de la compañía a preguntas de representantes de Finanzas Éticas y Greenpeace.

El directivo acusó así a estas organizaciones de ser responsables del aumento de las emisiones de CO2, de la mano del incremento del precio del gas, por "presionar a las instituciones financieras, a los inversores para que no inviertan en petróleo y gas, y por tanto no acometan la financiación de proyectos".

"No es sostenible y, por tanto, esa sociedad del sur global, esa sociedad de los países emergentes no puede desarrollarse. Pero, claro, necesitan energía ¿y qué hacen? Evidentemente, porque tienen que alimentar a su gente, tienen que calentar sus casas, tienen que moverse, tienen que alimentar a sus empresas, recurren a la única fuente energética que por precio pueden acometer, que es el carbón, y ustedes son los responsables, Greenpeace, Finanzas Éticas y muchas personas como ustedes", añadió.

Imaz, que se reafirmó a la hora de pensar que los planteamientos de estas organizaciones son "un oxímoron", defendió la necesidad de garantizar la seguridad de suministro con "una energía asequible que las familias puedan pagar y que las empresas puedan comprar para que puedan competir, para que puedan crear empleo industrial y para que tengamos una sociedad en la que la gente pueda cobrar bien".

Por ello, consideró que si empresas como Repsol dejaran de producir petróleo y gas, "lo primero que va a pasar es que vamos a generar más dependencia en Europa".

"Yo les pregunto, ¿es ético reforzar a Putin de esta manera, como ustedes lo están haciendo, diciendo que no tenemos que producir gas para que Europa siga teniendo una dificultad en acceder a los recursos que necesitamos para la matriz energética europea, para que las familias puedan tener calefacción en casa, para que las industrias puedan alimentarse. ¿Es esto ético? ¿Me puede decir usted que esto es ético con la cabeza alta?", cuestionó.

Por ello, advirtió de que si se para la producción de petróleo y gas, "tampoco hace falta ser doctor en Economía en Harvard para saber que el precio va a aumentar", impactando negativamente "en las familias europeas" y en la industria.

"Y permítame que le diga que esto no es ético, no es ético cerrar los ojos ante la realidad social de familias y empresas que no pueden pagar las facturas energéticas", aseveró.  

El consejero delegado de Repsol también valoró los combustibles renovables como "alternativa" para parte de la economía que "de otra manera no tendría alternativa".

"Vamos a seguir con nuestra apuesta de descarbonización, porque estamos convencidos de que es la forma también de generar valor para los accionistas. Pero vamos a seguir al mismo tiempo produciendo petróleo y gas, porque el mundo los necesita", indicó. 

"Ni retardistas ni negacionistas"

Por su parte, el presidente de Repsol, Antonio Brufau, ha defendido que en la compañía "no son ni retardistas ni negacionistas", y ha asegurado que la energética se toma en serio "la lucha contra el cambio climático" en cada una de las acciones de su estrategia para ser una empresa descarbonizada.

"A mí no me gustaría que se me malinterpretase con lo que digo y con lo que diré. En esta casa no somos ni retardistas ni negacionistas, todo lo contrario. Somos absolutos activistas en la lucha contra el cambio climático, y lo demostramos cada día con todo lo que estamos haciendo desde una óptica industrial para convertir la industria, en este caso la de Repsol, en una industria muy descarbonizada", señaló Brufau en su discurso ante la junta general de accionistas de la energética.

Por ello, llamó a Europa a hacer "una reflexión" respecto a la regulación en la región, ya que una "buena" regulación "da señales claras y permite la inversión".

En este sentido, puso el ejemplo de Estados Unidos con su ley IRA (Inflaction Reduction Act) de "la zanahoria" para incentivar la inversión, frente a la legislación europea, basada en el apoyo a la industria regulada, como la energía eléctrica, "que no tiene que competir con lo que viene de fuera", olvidándose mientras de la industria.   

De esta manera, señaló que la transición hacia una economía baja en carbono "solo pasará" si se respeta la neutralidad tecnológica y se deja competir a todas las tecnologías. "El mantra instalado en la legislación de que la electrificación solucionará los problemas de la descarbonización es un auténtico error", añadió.

A este respecto, lamentó que todas las políticas en Europa están enfocadas en "potenciar la electricidad", que apenas representa en España un 22% del consumo de energía final, dejando de lado al gas natural o los combustibles renovables.

"La pregunta que yo me hago es, si esto es así y si llevamos tanto tiempo insistiendo en electrificar todo, ¿no nos estaremos equivocando de camino?", apuntó.

Además, señaló la necesidad también de "mejorar la calidad regulatoria", ya que en Europa "somos expertos en regularlo todo, también en prohibirlo casi todo". "Pero esto no es el camino", dijo.   

A pesar de ello, no quiso parecer "pesimista" y se mostró "optimista" respecto a los cambios que se están produciendo en Europa y que se pueden avecinar en las próximas elecciones de junio, ya que el Viejo Continente "se está dando cuenta de que la industria es un motor esencial para la prosperidad y el bienestar".

"Finalmente hablamos en voz alta, los políticos hablan en voz alta sobre los desafíos que tenemos. Los desafíos que tiene Europa frente a sí, y no solo los desafíos en la reducción de emisiones, porque el planeta no está siguiendo las directrices europeas", aseveró.

Por otra parte, defendiendo que "transición energética y transición industrial es lo mismo", Brufau puso también en valor la apuesta de la compañía por la producción de biocombustibles como una vía "para crear una nueva industria" y para "potenciar la transformación de las unidades industriales que hoy trabajan en los combustibles fósiles".

Además, subrayó que estos combustibles líquidos son una solución también para la descarbonización de la movilidad, especialmente aquella que no puede ser electrificada.

Asimismo, criticó como la regulación solamente tiene en cuenta los objetivos "uno detrás de otro", sin pensar en "las consecuencias económicas", y como en Europa "cada país de los 27 tiene sus propias normas mercantiles, tiene sus propias normas jurídicas y fiscales, y no hay una uniformidad".